La libertad política es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social. John Fitzgerald
Polarización es el fenómeno de la descomposición. Política y socialmente podría decirse que es cuando dentro de una sociedad, se presentan rasgos que generan divisionismos de distintas índoles.
La polarización política es el resultado final de un proceso de problemáticas económicas y social surgidas en un país.
Hoy, en medio de la incertidumbre económica mundial y de la descomposición social que sufre nuestro país, el aire de lo imprevisto es lo que respira todos los días la sociedad mexicana.
Escuchando las declaraciones del senador Carlos Jáuregui Robles del Partido Acción Nacional (PAN), dentro del foro «Polarización en las expectativas democráticas de México 2008-2009» se observa con preocupación, cómo la presencia de Andrés Manuel López Obrador dentro del escenario político mexicano, es la causa principal para ellos, de la aguda polarización que sufre nuestro país.
La polarización política y social puede ser causada por diferentes factores. Ciertamente el senador tiene razón sobre la presencia de Andrés Manuel López Obrador, pero el concepto de culpa única, políticamente es algo complicado.
¿Qué pasa entonces? Lo que sucede en México puede ejemplificarse con un ejemplo muy sencillo. Supongamos que tenemos una familia, la cual está integrada por un padre, una madre y tres hijos. El padre mediante un proceso democrático pero discutido, consigue el voto de dos de sus tres hijos, con lo cual es elegido presidente de la familia. El padre ahora tiene la obligación de dirigir y brindar certidumbre a la familia.
Por distintos factores, las acciones realizadas por el padre no generan bienestar ni estabilidad a la familia, por lo que ésta entra en un proceso de desintegración. En estos momentos surge la figura de la madre y dos de los hijos se sienten identificados con propuestas de ella, por lo que la figura del padre ahora carece de liderazgo, confianza y credibilidad, por lo que se da un fenómeno de polarización dentro de la familia.
Echar culpas es algo muy sencillo, pero la polarización en México no sólo es causa de López Obrador, gran parte de la culpa la tiene el Ejecutivo Federal, que dada su falta de legitimidad, ineficiencia en la acciones de gobierno y ausencia de liderazgo, ha hecho que se potencialice la figura de otros líderes sociales dentro del país.
Gobernadores como Enrique Peña Nieto, Fidel Herrera, Eugenio Hernández y el profesor Humberto Moreira hacen relucir la falta de un liderazgo federal y la casi inerte presencia de éste en sus respectivos estados.
Dentro del poder legislativo surgen con fuerza los nombres de Manlio Fabio Beltrones (PRI), Emilio Gamboa Patrón (PRI), Ruth Zavaleta Delgado (PRD) y Javier González Garza (PRD). De los partidos Políticos la presidenta del Partido Revolucionario Institucional, Beatriz Paredes Rangel se ha convertido en un referente clave a la hora de analizar y cabildear la aprobación de nuevas leyes o reformas.
Los tiempos del presidencialismo absoluto han pasado, pero la existencia y fortaleza de la figura presidencial es de vital importancia para el desarrollo de México.
Recordando palabras del senador Dante Delgado, que compara el sistema político mexicano con la monarquía, hace ver que la figura de los virreyes (gobernadores), Duques (senadores y diputados) ha sobrepasado la autoridad del Rey (presidente).
La falta de un liderazgo presidencial ha hecho que muchos actores sociales cuenten con mayor legitimidad y respaldo que el ejecutivo federal. Lo cual genera una polarización política de alto nivel.
La polarización no sólo es la toma de calles, grandes manifestaciones o tomas de tribuna. La polarización también refleja la falta de consenso y liderazgo de los gobernantes. La sociedad necesita de líderes, que encabecen las acciones de gobierno con la finalidad de tener una sociedad más igualitaria y justa.
Donde no existen distinciones o polarización, es en la exigencia de la sociedad de que desde los distintos índoles de gobierno se trabaje en acciones de que disminuyan el poder del narcotráfico y la inseguridad creciente, aumente las oportunidades de empleo y cumplan con el precepto constitucional de educación de calidad para todos.
Basta ya de echar culpas. Que si existe o no polarización es una cuestión meramente de decoro, y México no tiene tiempo de preocuparse de esas cuestiones.
Es tiempo de olvidarse de ideologías políticas y colores partidistas. El Presidente tiene que acercarse a los gobernadores, trabajar con ellos, llegar acuerdos y brindad a la sociedad un poco de certidumbre en estos tiempos de inestabilidad incesante.
Los gobernantes deber de buscar la coincidencia y no la diferencia.
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