«Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos» John F. Kennedy
Para los estudiosos e investigadores del fenómeno de la pobreza no existe adjetivo más preocupante que la pobreza especializada. Muy estudiado pero poco difundido, el ciudadano que se encuentra inmerso dentro de este tipo de pobreza se convierte en el ente económico, político y social más propicio para no encontrar la salida a la problemática y en un campo de cultivo fértil para el crimen organizado.
Como si se tratara de una maestría o un doctorado en términos educativos, la pobreza especializada se genera cuando aquel ciudadano que por alguna situación ha caído en circunstancias de pobreza, aprende a vivir y a convivir con la pobreza pero lo más importante, aprende a vivir de la pobreza.
Vivir de la pobreza es cuando un ciudadano que se encuentra inmerso en este fenómeno, cae en el conformismo y en la indiferencia para generar acciones propias que lo impulsen a salir de este círculo vicioso y en forma inversa, se convierte en un hábil administrador de las políticas paternalistas gubernamentales.
Es aquí donde los programas gubernamentales fracasan, cuando no existe una coordinación real entre las políticas de desarrollo social, las de fomento económico y las de educación y se privilegia la política electoral sobre la política eficaz.
La mayoría de las políticas sociales existentes en la actualidad, tienen como fin primordial atenuar los efectos del fenómeno de la pobreza sobre lo ciudadano, y pocas son las políticas que incentivan y otorgan a la persona herramientas reales que le permitan a este, por si mismo, generar acciones que lo ayuden a creer formas de ingresos propias y no solo buscar atenuar la pobreza sino eliminarla.
Es decir, la pobreza especializada se produce, cuando un ciudadano aprende a vivir de las políticas sociales gubernamentales y elimina de su carácter, forma y proyección particular cualquier acción propia para salir de la pobreza.
Este ciudadano aprende a vivir de las ayudas del gobierno: de las despensas, ropa, medicinas y hasta transferencias directas en efectivo que el gobierno otorga al ciudadano sin costo alguno.
Y aquí es el punto donde se produce la coyuntura crucial para el ciudadano, «para que trabajar, si el gobierno me lo da todo».
La falta de conexión entre los programas sociales y de fomento económico, son lo coadyuvan a la formación de esta pobreza especializada. De qué sirve a un país el generar ciudadanos deseosos de la ayuda gubernamental, pero ajenos a las herramientas y conocimientos, que le permitan generar ingresos propios.
¿Políticas electorales o políticas económicas sociales?
Muchos cuestionamientos se pueden hacer al respecto, pero el más trascendental es, ¿Por qué privilegiar la falta de coordinación entre políticas de fomento económico y de desarrollo social, sobre la aplicación de políticas conjuntas donde unas le brinden al ciudadano lo indispensable para una vida digna, y las otras le otorguen las herramientas y conocimientos necesarios para obtener un empleo y porque no, crear su propia empresa?
Si se rompiera con este círculo vicioso paternalista de las políticas gubernamentales llegaría el punto en el que el ciudadano por méritos propios saldría de la pobreza.
¿Qué sería más fácil para el país y el Estado, otorgar a los miles y millones de pobres un dólar al día para salir de la llamada línea de pobreza o instruir y capacitar a estos ciudadanos para que ellos generen su propio dólar?
Económica y socialmente, la opción comprobada es la segunda, pero electoralmente los gobiernos optan por la primera, para generar ciudadanos dependientes y temerosos de saber de que si existiese un cambio gubernamental la ayuda se les terminaría.
El punto más álgido de este tema, se genera con la inserción de un nuevo ente social en el panorama social cotidiano: el crimen organizado.
En medio de la guerra que se está desarrollando entre el Estado mexicano y los distintos cárteles, los segundos han sufrido infinidad de bajas y se encuentran en constante reclutamiento de nuevos empleados, la cuestión es, ¿de dónde conseguir más personal?
La respuesta es sencilla, el personal que está reforzando las filas del crimen organizado, proviene de las clases más desprotegidas, aquellas a las que el gobierno les da comida, medicinas, ropa y dinero. Ese ciudadano, pobre especializado, se ve tentando por la facilidad del trabajo que le ofrecen, el cual no implicara un esfuerzo físico extremo y mucho menos la necesidad de contar con conocimientos específicos en la materia.
Las eficacias de las políticas gubernamentales dejan mucho que desear. Es cierto, se pueden reducir los niveles de marginación y de pobreza otorgando trasferencias y subsidios directos a los ciudadanos, pero lo verdaderamente eficiente es la coordinación de políticas, que permitan al ciudadano, contar con los ingresos propios para construir el mismo su cuarto y terminar con el hacimiento, su baño y ser mas salubre, mandar a sus hijos a las escuelas y aumentar los niveles de escolaridad y no esperar a que ‘papá’ gobierno les ayude con todo.
Es hora de privilegiar las políticas eficaces sobre las electorales y estrategias con beneficios constantes y no cortoplacistas que simplemente funcionan «como un aspirina para un enfermo de cáncer».
Comments